Tener un huerto en casa mola mucho, no solo por el hecho de producir tus propios alimentos, si no por todo lo que aprendes. Si tienes una casa pequeña, te recuerdo que con solo un par de macetas puedes hacer mucho.
En cualquier caso, un huerto propio genera muchos beneficios, y no solo materiales. Estos son algunos de los que yo he descubierto:
Ejercicio
Organización
Para lograr el máximo rendimiento del espacio y también del tiempo necesitarás organizarte. Un calendario de siembra, transplante y recolección es lo básico si tienes planeado tener el huerto «funcionando» todo el año.
Si buscas un calendario de siembra sencillo puedes encontrar uno aquí.
Constancia
Las grandes cosas de este mundo se consiguen con constancia, y si quieres tener un huerto que dé sus frutos, ser contante es prácticamente una obligación si no que quieres el trabajo de meses quede arruinado por unos días de desconexión.
Si hay niños en casa, puede ser un buen momento para fomentar en ellos la responsabilidad, encárgales alguna tarea sencilla como regar o revisar si las plantas están creciendo sanas… de esta manera sentirán que colaboran y fomentarás en ellos la responsabilidad.
Creatividad
Si quieres hacer un semillero y no quieres gastarte dinero, tendrás que poner a trabajar tu imaginación y encuentres mil posibilidades. Los envases de los yogures, rollos de cartón, una huevera, probablemente acabes viendo posible semilleros por todas partes. Lo mismo te ocurrirá con las espalderas, los tutores y demás elementos que tu huerto vaya necesitando.
Ilusión
Ver que algo en lo que has participado va creciendo siempre genera ilusión, acuérdate de cuando en tu infancia hiciste el experimento poner una alubia entre algodones, esto es algo parecido. Desde el primer brote hasta el último pimiento de la temporada, todo te provocará la misma ilusión que sentiste cuando descubriste que la alubia había germinado.