Una de las grandes polémicas entre algunos sectores de conservacionistas y ganaderos de algunas zonas de España, es el tratamiento que se debe dar a los lobos.
El lobo ibérico es un poco más pequeño que los lobos europeos, es un animal gregario y en su grupo existe una marcada jerarquía. En la península, el lobo ibérico llegó a ocupar prácticamente la totalidad del territorio, sin embargo, su población se vio disminuida en los años 50 y 60, cuando se promocionó su exterminio al ser considerado una alimaña dañina para los asentamientos humanos. Afortunadamente, naturalistas y divulgadores lucharon para que se conociese y reconociese el valor de este animal.
Actualmente, el lobo ibérico, Canis lupus signatus, es protegido y amparado por la legislación en unas zonas, y considerado especie cinegética en otras. El mayor contraste se presenta en la comunidad de Castilla y León, siendo una especie cinegética en el norte del río Duero y protegido al sur de este río. La legislación, realizada en gran parte para contentar a todos, puede resultar algo contradictoria para muchos ya que de manera excepcional se autorizan batidas en el sur del Duero, de hecho, en Ávila, donde los ataques del lobo han llegaron a superar la centena el año 2011, ya se plantea la eliminación de algunos ejemplares aunque se encuentren en una zona donde deben ser protegidos.
Las principales medidas correctoras frente a los ataques del lobo consisten en la indemnización a los ganaderos por parte de la administración.
Para encontrar una solución que evite las bajas entre el ganado y a la vez fomente un trato respetuoso hacia los lobos, en Galicia han ideado un sistema simple, ecológico y eficaz. Desde hace unos meses dos burras son las encargadas de proteger a las vacas frente a los lobos. Las burras, lejos de huir de los lobos, son capaces de defenderse a base de coces y defender a su vez a las vacas, además sus rebuznos alarman a los ganaderos de la presencia de los cánidos. Un caso más lucha de biológica, la más respetuosa con el medio ambiente.