Todos los cristales que por un motivo u otro llegan al mar acaban erosionándose y se convierten en pequeñas piezas similares a joyas. No es que quiera animaros a que lancéis botellas al mar, por favor no lo hagáis, pero sí quiero mostraros dos ejemplos de lo que la naturaleza es capaz de hacer a pesar de las agresiones que le provocamos. Uno de ellos está en Estados Unidos y el segundo se encuentra en Asturias.
¿Cómo llegaron los cristales a las playas?
El primero de los casos se encuentra en California. La playa está formada por pequeños fragmentos de cristales procedentes de un antiguo vertedero que estuvo en uso hasta 1976. Lo que sin duda fue una grave infracción acabó transformándose en un espacio protegido por el estado de California donde está prohibido llevarse los cristales que antes eran residuos y ahora son parte de la belleza singular del lugar.
En España también hay ejemplos de playas en cuya arena podemos encontrar pequeños fragmentos de vidrio. En Asturias existe una playa similar que tuvo su origen también en un vertedero. Tras la cancelación del vertedero y limpieza, los cristales permanecieron en la playa. En este caso la playa se convirtió en un lugar con gran atractivo turístico y los cristales más grandes desaparecieron a manos de turistas deseosos de guardar un recuerdo de esta playa.
Ejemplos de paisajes modificados por el hombre y mejorados por la naturaleza que nos devuelve todo lo que le hacemos, en este caso, de una forma positiva.
¿Conocéis alguna playa de este tipo? ¡Cuéntame donde! Si no es el caso te animo a que la próxima vez que vayas en la playa busques algún cristal pequeño, seguro que los encuentras de varios colores y tamaños, espero que entonces te acuerdes de esta entrada 😉