No hace falta ser grande para hacer grandes cosas, y para muestra un botón, o mejor dicho dos botones.
El primer ejemplo es Felix Finkbeiner, este niño empezó a elaborar un plan para plantar árboles en su país, Alemania, cuando sólo tenía 9 años. Ahora que ya tiene 14 años, su organización “Plant for the Planet” (Plantemos para el Planeta) está presente en más de 130 países. Esta organización ha recibido numerosos premios y con el lema “Deja de hablar y ponte a plantar” tiene como objetivo plantar un millón de árboles en cada país que participe en este reto. Viendo como se desenvuelve ante los medio de comunicación no dudo de que conseguirá su objetivo.
El otro caso, no menos sorprendente, es el de Aidan Dwyer, que ha conseguido aumentar hasta en un 50% el rendimiento de las células fotovoltaicas. Dando un paseo por el bosque observó que la disposición de las ramas de los árboles no se establecía de manera aleatoria, si no que seguían la secuencia de Fibonacci. Pero Aidan no se quedó ahí, decidió pasar de la teoría a la práctica y construyó un modelo de árbol con captadores solares a modo de hojas, así demostró que esta disposición minimiza la sombra en las ramas inferiores aumentando el rendimiento de las placas solares. Seguro que a muchas empresas les gustaría contar con Aidan en su plantilla.
Ojalá que estos pequeños genios sirvan de inspiración a grandes y pequeños.
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Otro ejemplo: William Kamkwamba, de Malaui, construyó con 14 años un molino de viento a partir de basura y siguiendo los planos que vio en un libro: http://www.ted.com/speakers/william_kamkwamba.html. A la derecha, el primer vídeo explica su experiencia (en inglés, hay subtítulos en español).
Muchas gracias por el comentario, es otro gran ejemplo, y con mucho mérito debido a los escasos recursos con los que contaba.