En esta entrada iba a hablar de la educación ambiental y su importancia pero, tras darle unas vueltas, he pensado que todos tenemos un educador ambiental dentro de nosotros, aunque no siempre le dejemos salir.
No penséis que quiero despreciar a los profesionales. Sé que saber concienciar y comunicar la pasión y el cuidado por la naturaleza no es fácil. Además, ellos son capaces de trabajar con distintos tipos de personas y conocen muy bien como adaptarse a cada situación.
Tipos de educación ambiental
Para empezar hay que decir que hay varios tipos de educación ambiental.
Formal, la que se imparte en el ámbito académico, en las aulas, mayoritariamente como parte de una formación integral, con más materias y encaminada a obtener una certificación. Esta formación es impartida por profesionales.
No formal, sería la educación ambiental que se dirige a comunidades e instituciones. El objetivo es transmitir conocimientos y concienciar, pudiéndose obtener un certificado al final o no. También es impartida por profesionales.
Y por último llegamos a la educación informal. Es aquella que se produce entre iguales, puede que incluso de manera no intencionada. Aquella que se produce cuando hablas con tus amigos de que ya no compras agua embotellada porque ahora llevas una botella de aluminio y lo haces para evitar residuos.
Saca el educador ambiental que llevas dentro
Estoy convencida de que tú también tienes un educador ambiental dentro. Puede que no lo dejes salir tanto como deberías por varios motivos. Unas veces nos callamos por humildad, no vayan a pensar que presumo por algo tan sencillo como separar residuos. Otras veces ocultamos nuestra parte eco por vergüenza, ¿y si piensan que llevo una bolsa de tela porque soy tan tacaña que no quiero pagar la de plástico? Si les cuento que compro ropa de segunda mano, ¿pensarán que soy rara?
Pues eso se acabó. Te propongo que a partir de ahora sigas haciendo todas las cosas que haces con orgullo y mostrándoselas al mundo. ¡Que sepan que lo haces y por qué lo haces! No se trata de ser pedante ni de sacar el tema a cada rato. Tan solo de explicar porque haces todo lo que haces: por qué guardas los tarros de vidrio, por qué evitas los envases de plástico, por qué vas a reciclar tus pilas, y esa larga lista de cosas que haces para llevar una vida sostenible.
Lo bueno de la educación informal es que da igual a qué te dediques o los estudios que tengas. Si estás leyendo este blog es porque te interesa el medioambiente y llevar una vida más sostenible. Aprovecha el próximo viaje con tus amigos para animarles a separar residuos, o la próxima comida familiar para promover el uso de servilletas de tela. Recuerda: hay un gran educador ambiental dentro de ti, solo tienes que dejarlo salir.
Y por último, me gustaría dedicar esta entrada a todos los educadores ambientales, los cuales consiguen cambiar la actitud y las vidas de muchas de las personas con las que se relacionan.
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