Hace unas semanas, a través del reto de las Diogeneras, nos propusieron que mostrásemos un lugar de nuestra ciudad donde el upcycling fuese el protagonista. Desde el principio supe cuál era el lugar que yo quería mostrar: el Var 22.
Var 22 está en la calle Varillas, una de las calles más populares para salir de fiesta en Salamanca.
Entrar en este bar es llevarte una gran sorpresa, no solo por la buena música y ambiente desenfado que irradia, sino también por la decoración, que está cuidada hasta el último detalle. Y lo más importante, reutilizando materiales. Así que este es lugar de paso obligado si viajas a Salamanca. Todo lo que ha continuación vais a ver es obra de Jean Claude Cubino.
Como estoy convencida de que las ganas te van a poder y vas a venir pronto, te voy a hacer un resumen de lo que será tu paso por Var 22.
Tras entrar y buscar un lugar para colgar el abrigo descubrirás que el perchero está hecho con la barra de un futbolín.
Después de dejar tu chaqueta con una sonrisa en la boca, y mientras te mueves al ritmo de la mejor música indie, te pararás a admirar la pared que ha sido decorada con cientos de teclado de ordenador, un auténtico muro de las lamentaciones en versión 2.0
Seguro que esto te provoca la necesidad de brindar por haber tenido la suerte de encontrar un sitio tan especial. Si te acercas a la barra seguro que te quedas boquiabiert@, pero no te preocupes, no es por el precio, la sorpresa se debe a la original estructura que da forma a la barra, con un montón de puertas de nevera que sirven para ordenar las botellas.
Apoya tu bebida en la barra mientras decides cuál de las pegatinas te gusta más, pero ten cuidado, aquí la música es la que da luz, así que no te olvides de mirar las lámparas en las que la luz pasa a través de cintas de casete.
Mientras bailas, hablas y creas recuerdos inolvidables, te irás dando cuenta de todos los secretos que guarda este lugar. La música está presente en cada rincón, ya sea en la antigua radio, en el puesto del DJ o en los CDs y vinilos que están repartidos en techo y paredes y que nos recuerdan que aunque la música cambie de formato, la necesidad de que forme parte de nuestra vida no terminará nunca.
Tras una noche de buen rollo y risas solo queda despedirse, no te olvides de hacerte una foto con el “bebé volador” y de decir adiós a los ositos que, en la puerta, tocan tambores para anunciar tu partida y recordarte que debes volver pronto.
Os recuerdo que este post forma parte de la fiesta de enlaces de las Diogeneras.
Nota: muchas gracias a Var 22 por su amabilidad al permitir hacer las fotos.